03
sábado
21:00
04
domingo
21:00
Arropados de toda la vibrante teatralidad de Hamlet, nosotros y el espectador, que tenemos una cultura y un bagaje, ya sabemos de lo que estamos hablando: nuestro príncipe está cosido a un sillón porque no le apetece nada volver a la escena. No ya para vengar a su padre, sino simplemente para mostrarse vivo. Estar vivo en el teatro es ya tomar partido, es aceptar que algo se mueve, y nuestro príncipe no quiere moverse, ni ver que nada se mueve. Si por él fuera, ni haríamos esta representación. Pero tampoco está en su mano abandonar. Él no ha decidido vivir, ni ha decidido morir. Simplemente, está. Y el tiempo transcurre. Y la vida ocurre.