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jueves
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No tengo hijos. No tengo padres. A veces soy un árbol. Puedo ser un animal.
Sé que ahí fuera, en el huerto, todo está creciendo, madurando, secándose o germinando. Fascinante, en principio, pero si lo pienso bien, también un poquito aterrador este micro mundo… una muestra del irremediable aburrimiento producido por el continuo repetir cíclico de rutinas en la naturaleza, en el universo entero, en nuestras relaciones, nuestras vidas y costumbres. Hasta el infinito. Todo se repite hasta el infinito. De forma mortal.
Y volvemos al tiempo, inseparable de las repeticiones
Una figura en movimiento, sombra. Prescindo de las flores.
Parecen flores en el pelo, pero no lo son.
La impermanencia supone la pérdida en unos segundos de algo que ha empleado mucho tiempo en construirse. Todo está cubierto de una capa de impermanencia.
Un día de julio soleado, una mujer fumando, el bullicio de las tabernas. La sensación de que va a pasar una banda.
No puedo parar, no puedo detenerme.
En ocasiones pienso que a cada minuto todo se convierte en pasado y, sin embargo, otras veces siento que el pasado siempre vuelve y nunca se termina.
Quieres una fresa?
Ana Vallés
“No entres dócilmente en esa buena noche.
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz”
Dylan Thomas