105 pasos o la mecánica de la carne

Siempre que tengo que rellenar un cuadro donde pone: Sinopsis (No más de 300 caracteres ni menos de 150) siento un profundo escalofrío y luego empiezo a hablar en un idioma que solo yo conozco. Así pues, a modo de pequeña explicación prefiero poneros en antecedentes, preferimos que sepáis más o menos qué nos rondaba por la cabeza en el momento de hacer 105 pasos o la mecánica de la carne, cuáles eran nuestras imágenes.
Por un lado explicar un día, a más de 12.000 km de casa, a uno le da por medir en pasos la Plaza de Mayo de Buenos Aires, 105 pasos, le da por mirar de fuera para adentro y de dentro para afuera, una plaza circular a base de hacer círculos y flexible porque es uno de los lugares del mundo donde las distancias cambian en función de si estás mirando o das vueltas. Uno se toma el tiempo en contar los pasos de la plaza, enfrente un turista malhumorado espera a que termine para seguir caminando a ningún sitio, a él le da igual.
Por otro lado sería bueno explicar el asunto de la autoría, no se si deberíamos poner millones de nombres o ninguno, el autor legítimo de todo esto es el ser humano, así, tan grande y tan estúpido. El ser humano con su tolerancia incomprensible y su capacidad de adaptarse a cualquier situación, con su suicidarse a plazos y su miedo a la muerte, con su bobería. En 105 pasos o la mecánica de la carne hablamos de distancias, de la infinita distancia que existe entre el que sufre y el que mira, de los años que pasan en un segundo cuando de golpe se empieza a sufrir y se sabe que ya nada será igual, del mirar bovino de la gente que mira, a un lado de la plaza, como otros dan vueltas. “Doy vueltas para reivindicar el movimiento, la no quietud”, “La distancia entre mi quehacer y tu mirada, que más quisiera yo que no tener este quehacer”.